El texto de la creación repite como un mantra cómo todo lo que va surgiendo de la palabra creadora de Dios «era bueno». En total son hasta siete ocasiones en las que aparece esta constatación en el primer capítulo del Génesis. No es extraño, pues, que nuestro gran Zubiri considere que todas las cosas poseen una «bondad fundamental» (1). Y que Agustín, un tanto ingenuamente, nos muestre múltiples detalles de bondad de la realidad que le rodea en este párrafo de De Trinitate:
«La tierra es buena por la altura de sus montañas, la moderada elevación de sus colinas y la llanura de sus campos; y buena es la granja que es agradable y fértil; y buena es la casa…»
En contextos de reflexión ecológica también suele ser frecuente que se nos presente una visión idílica de la Naturaleza como una realidad bella y en armonía. Un buen ejemplo de ello es la película documental Home, de acceso gratuito a través de Internet (https://www.youtube.com/watch?v=LbMj3I6o8ec), que desde luego merece disfrutarse plácidamente para dejarse enganchar, al final, por su mensaje responsable y comprometido.
Sin embargo, sabemos que la realidad no es así, que no siempre se nos presenta -al menos desde nuestra percepción- como una realidad bondadosa. En el seno de la Naturaleza, y junto a su belleza, hay también sufrimiento, dolor y muerte. Y lo que está ocurriendo en la isla de La Palma en estas semanas es buen ejemplo de ello. Pero no el único. Basta recordar, por ejemplo, este video del legendario Félix Rodríguez de la Fuente, https://www.youtube.com/watch?v=ukCfbm9xuHw.
Algo de esto percibía ya San Juan Crisóstomo, que expresó de la siguiente manera:
«Entre los crecimientos que brotan de la tierra, no sólo hay plantas que son útiles, sino también las hay dañinas, y no sólo árboles que dan fruto sino también los que no dan fruto; y no sólo animales domésticos, sino también a salvajes y rebeldes. Entre las criaturas que emergen de las aguas no solo había peces, sino también monstruos marinos y otras criaturas feroces… Entre las criaturas producidas de la tierra no solo hay animales domésticos, sino también serpientes, víboras, serpientes, leones y leopardos. En el cielo no solo había lluvias y brisas amables, sino también granizo y nieve.» (3)
La realidad se nos muestra, por tanto, contradictoria, con realidades que a nuestro juicio son negativas. Sin embargo, si partimos, con Santo Tomás, de que la realidad es bondadosa por tener su origen en Dios, ¿no será que nuestra visión es limitada? ¿Necesitaremos escuchar la misma reprimenda divina que Job hubo de escuchar tras sus reivindicaciones?:
«¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la Tierra? ¡Habla, si es que sabes tanto!
¿Sabes tú quién fijó sus dimensiones, o quién la midió con una cuerda?
¿Sobre qué están puestas sus bases o quién puso su piedra angular,
mientras cantaban a coro las estrellas del alba y aclamaban todos los hijos de Dios?» (Job 38, 4-7)
Hay algo en la realidad que es misterio, que se nos escapa. Que si existe un sentido de todo, no está totalmente a nuestro alcance, aún cuando lleguemos a intuir algunos de sus retazos. Y que nuestra percepción de la realidad es sólo limitada y fragmentaria…
«Y vio Dios que todo era bueno». Por mucho que nos cueste entenderlo.
- J. J. García. La realidad humana como práctica ética en Xavier Zubiri. Disponible en https://www.bioeticaweb.com/la-realidad-humana-como-praictica-actica-en-xavier-zubiri/#_ednref23
- San Agustín. De Trinitate. 8.3.4
- San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Génesis, 1-17. Según J. Schaefer, Theological foundations for environmental ethics: reconstructing patristic & medieval concepts. Washington: Georgetown University Press; 2009. p. 19