Pecados, pecadores

Acabo de leer una entrada en torno al pecado y a la misericordia de Dios (https://www.ignatianspirituality.com/forgiveness-transformation-and-mercy/). Nada que objetar; al contrario, enmarcar la reflexión sobre el pecado en el cuenco amplio y acogedor de la misericordia divina me parece lo mejor que se puede hacer con esa teología.

Pero he de decir que no acaba de convencerme una antropología que mire al ser humano como un folio en blanco sobre el que continua y conscientemente escribimos nuevas entradas, unas de perfección y otras, las correspondientes al pecado, de culpa. Como si uno estuviera lleno de intenciones conscientes de las que arrepentirse, y de deberes morales que cumplir de forma casi martirial. Quizás esto tenga que ver con una cultura de la culpa y el desgaste que tanto daño está haciendo a muchas personas…

La naturaleza nos habla de imperfección a todos sus niveles. Incluso la teoría de la evolución, de alguna manera, se basa precisamente en las áreas de imperfección, siempre mejorables, con las que se desarrolla la vida. La creación es limitada, «contingente» como dicen los teólogos, y esa es parte de su «cruz». Cruz que, por cierto, quiso Dios al crearla (por muy misterioso que esto sea para nosotros, y hayamos tratado de explicarlo de muchas maneras), y quiso también compartir con ella, con todos nosotros, de una manera evidente…

Prefiero pensar que los seres humanos trazamos nuestra vida decidiendo lo mejor posible, aún a sabiendas que muchas decisiones son equivocadas, y otras abiertamente malvadas. Pero que va en nuestra limitación, en nuestro ser, ante una llamada que, en Jesús, nos coloca ante una perspectiva nueva: la de abrirnos totalmente a la acción del Espíritu Santo.

Convertirse, transformarse, es, para mí, precisamente eso: un proceso de apertura continua a la acción del Espíritu, sabiéndonos siempre limitados y en manos de un Padre que nos ama infinitamente… Así, como somos… Aunque nos ofrezca un proyecto de vida mayor…

Fragmento del cuadro de Rembrandt "Regreso del hijo pródigo", que exalta la actitud de acogida del padre al hijo desvalido que regresa
Fragmento de «Regreso del hijo pródigo» (Rembrandt)

Miguel Ángel García

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