Segunda semana de Adviento: conciencia de cómo vivimos
Viernes 13. Gratuidad. Servicios desinteresados
Is 48, 17-19
Sal 1
Mt 11, 16-19
Todos le llevan al Niño,
yo no tengo qué llevarle.
Le llevo mi corazón,
que le sirva de pañales.
“La caridad en la verdad pone al hombre ante la sorprendente experiencia del don. La gratuidad está en su vida de muchas maneras aunque frecuentemente pasa desapercibida debido a una visión de la existencia que antepone a todo la productividad y la utilidad. El ser humano está hecho para el don”. (Caritas in Veritate nº34).
Estamos hechos para vivir en gratuidad,
y ello porque Dios irrumpe en nuestra vida de distintas maneras,
pero siempre superando todos nuestros méritos,
pues lo propio de Él es sobreabundar.
Esta experiencia del Don, de la Gracia, de la sobreabundancia,
nos impulsa a vivir desde la lógica de la gratuidad y la fraternidad.
Sin la gratuidad, nuestro mundo cada vez más globalizado
nos hace más cercanos, pero no más hermanos.
Por ello es necesario inundar con la gratuidad y el don
todos los ámbitos de actuación humana.
“Yo, el Señor, te enseño para tu bien” (Is 48, 17-19)
Atender a tus mandatos Señor, da plenitud a mi vida,
me llena de paz, me hace fecundo.
Tú me enseñas para mi bien, me guías por el camino justo.
“Os hemos tocado la flauta y no habéis danzado…” (Mt 11, 16-19)
Acerquémonos a tu Palabra, hagamos silencio y escuchemos,
porque sólo cuando los oídos han captado la música,
pueden los pies ponerse a danzar.
¡Dancemos y cantemos!
Ayúdanos Señor a vivir en gratuidad, bajo la lógica del don,
y a danzar al ritmo de tu música,
movidos por las melodías que nos haga oír tu Espíritu.
Cristianismo y ecología 