
20. Este descarte se expresa de múltiples maneras, como en la obsesión por reducir los costos laborales, que no advierte las graves consecuencias que esto ocasiona, porque el desempleo que se produce tiene como efecto directo expandir las fronteras de la pobreza[15]. El descarte, además, asume formas miserables que creíamos superadas, como el racismo, que se esconde y reaparece una y otra vez. Las expresiones de racismo vuelven a avergonzarnos demostrando así que los supuestos avances de la sociedad no son tan reales ni están asegurados para siempre.
[15]. Cf. Discurso a la Fundación Centesimus annus pro Pontifice (25 mayo 2013): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (31 mayo 2013), p. 4.
Es la ganancia lo que prima, no el ser humano. Y sobran las personas cuando lo que no sobra es el dinero (al menos a juicio de algunos). No cuenta el sufrimiento, que no cotiza en bolsa. Ni el hambre de l@s hij@s del otro/otra, que no produce riqueza. Sólo cuenta la cuenta, la del banco, la de los réditos. Y, en todo caso, el dolor de los míos... Sobra, por tanto, quien no es de los míos: racismo de raza, racismo de clase, racismo de ideas, racismo de pueblos. ¿Quién dijo que los seres hermanos somos humanos? (¿Se escapó la errata, o tiene todo su sentido? Corrijo). ¿Quién dijo que los seres humanos somos hermanos? Porque necesitamos que lo diga, y lo repita, y lo manifieste, pero... ¡¡¡MUCHO MÁS FUERTE!!!
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