62. ¿Por qué incluir en este documento, dirigido a todas las personas de buena voluntad, un capítulo referido a convicciones creyentes? No ignoro que, en el campo de la política y del pensamiento, algunos rechazan con fuerza la idea de un Creador, o la consideran irrelevante, hasta el punto de relegar al ámbito de lo irracional la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y para un desarrollo pleno de la humanidad. Otras veces se supone que constituyen una subcultura que simplemente debe ser tolerada. Sin embargo, la ciencia y la religión, que aportan diferentes aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un diálogo intenso y productivo para ambas.
63. Si tenemos en cuenta la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas, deberíamos reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y transformar la realidad. También es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos, al arte y a la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad. Si de verdad queremos construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa con su propio lenguaje. Además, la Iglesia Católica está abierta al diálogo con el pensamiento filosófico, y eso le permite producir diversas síntesis entre la fe y la razón. En lo que respecta a las cuestiones sociales, esto se puede constatar en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia, que está llamada a enriquecerse cada vez más a partir de los nuevos desafíos.
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El Papa ya nos ha colocado frente a la crisis ecológica que vivimos, e inicia ahora una nueva sección de la encíclica, su capítulo 2, en el que va a desarrollar contenidos específicamente cristianos: el Evangelio de la Creación. Y lo primero que va a plantear es el papel que las religiones en general, y el cristianismo en particular, pueden tener en esta situación.
La cuestión está clara. La ciencia puede explicarnos lo que está ocurriendo, incluso lo que puede ocurrir en el futuro; puede también proponernos medidas a tomar para mejorar la situación. Pero la motivación para la acción no viene de la ciencia (aunque a veces la ciencia pueda dar paso a experiencias profundas, como irónicamente nos señalan los Monty Python en el video que proponemos); ha de haber otro lugar de anclaje para las decisiones humanas.
Es precisamente aquí donde entra en juego el sentido de la vida. Qué buscamos, qué pretendemos hacer con ella, cómo debemos vivirla. Y en este campo las religiones tienen una importante aportación que hacer. No son ni más ni menos que visiones globales de sentido, visiones que parten de la experiencia de una vida recibida en un mundo que se nos ha dado y que es compartido con otros seres, muchos de ellos también humanos.
Pero es desde las visiones de sentido desde las que la acción humana es posible. No despreciemos ninguna, por tanto, para hacer frente a la situación que vivimos. Ni las despreciemos, ni confundamos su papel. Utilicémoslas como lo que son: acúmulos de sabiduría, en toda la profundidad de esta palabra.
Miguel Ángel