LS 54. Influencia lateral, influencia frontal, sumisión total

54. Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos. En esta línea, el Documento de Aparecida reclama que «en las intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida». La alianza entre la economía y la tecnología termina dejando afuera lo que no forme parte de sus intereses inmediatos. Así sólo podrían esperarse algunas declamaciones superficiales, acciones filantrópicas aisladas, y aun esfuerzos por mostrar sensibilidad hacia el medio ambiente, cuando en la realidad cualquier intento de las organizaciones sociales por modificar las cosas será visto como una molestia provocada por ilusos románticos o como un obstáculo a sortear.

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Se sorprende ahora el Papa de la escasa respuesta política internacional ante la crisis que se desarrolla ante nuestros ojos. Pero encuentra rápida explicación para ello: la poderosa influencia que la economía ejerce sobre la política. Esa influencia se ha producido de divesas maneras:

  • por un lado, mediante lo que podriamos considerar una modalidad de influencia lateral, en la que la más que habitual cercanía entre los poderes político y económico ha sido aprovechada por este último para condicionar «amablemente» las decisiones que los políticos tomaban;
  • pero también podríamos hablar de una influencia frontal, donde clara y simplemente ha sido la economía la que ha marcado el rumbo de la política, con medidas que pueden abarcar desde la coacción a la compra y la corrupción (que es la protagonista del video del Papa de febrero de 2018, y que acompaña a esta entrada);
  • finalmente, estamos viendo cómo la gran economía no sólo controla la política por esos cauces, sino que simple y llanamente quiere su total sumisión. Ocurre así en los acuerdos internacionales que se negocian en los últimos años, que establecen tribunales independientes de los Estados que defiendan lo que pasan a considerarse intereses económicos superiores a los políticos frente a las decisiones del Estado, por muy democráticas que éstas sean, pudiendo suponer la condena de los países por lesionar, con sus decisiones, esos intereses.

El resultado está claro: la concentración de la riqueza en pocas manos, la pérdida de oportunidades para tantas y tantas personas, y el desarrollo de una economía que, efectivamente, «mata». La misma economía que está en la raíz última del daño ecológico tiene a su vez la capacidad de neutralizar cualquier respuesta que quiera alzarse contra ella.

Lo estamos viendo, efectivamente, en la evolución de los acuerdos internacionales en torno al clima. Ojalá seamos capaces de invertir este proceso entre todos, y de abrir las puertas a una economía «de rostro humano».

Miguel Ángel

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