Con una cierta dosis de sorpresa, acabo de ser consciente de la publicación de un Manifiesto de los Jóvenes de la JMJ 2019 por el cuidado de la casa común, bajo el sugerente título de «Conversión Ecológica en Acción». Tanta es la sorpresa que he revisado por encima los medios católicos de nuestro entorno, incluso aquéllos relacionados con la ecologia, y no he encontrado huella de dicho manifiesto, que finalmente he podido localizar, mediante referencia desde los boletines de la Alianza Católica por el Clima (órgano de la Conferencia Episcopal norteamericana dedicado a temas ecológicos) en las páginas web de la arquidiócesis de Panamá y del Dicasterio vaticano de los laicos, la familia y la vida. Y me parece importante, porque puede servir de guión para el trabajo con jóvenes de la conciencia ecológica integral que promueve la Laudato si’.
Leyendo el documento, aprecio varias líneas fuerza que podrían ser núcleos temáticos a trabajar en una pastoral juvenil de la ecología, y que se integran perfectamente con el resto de contenidos que, a buen seguro, se trabajan en ella:
- En las primeras líneas de la introducción aparece la clara necesidad de «levantar nuestros corazones y mentes en alabanza, alegría y gratitud por el hermoso don de nuestra querida ‘hermana madre Tierra'». No vivimos, precisamente, en una sociedad agradecida, y hasta muchos adultos tienen la sensación de que esto es también verdad en nuestras generaciones jóvenes. Sea o no cierto, parece razonable cultivar la conciencia agradecida en cualquier edad, y éste puede ser un buen comienzo para la conversión ecológica.
- Inmediatamente después se presenta la dolorosa conciencia del daño producido a nuestra casa común que el papa recoge en el parágrafo 19 de Laudato si’. Contrastar nuestro agradecimiento por la vida y los dones recibidos del Creador con nuestra actitud ante ese don, y analizar cómo respondemos a ese don, puede ser un magnífico comienzo para ese proceso de conversión que da título al manifiesto.
- Este daño aparece desgranado en dos problemas ecológicos concretos: el calentamiento global (en relación a los objetivos propuestos en el Acuerdo de París) y la reducción de la biodiversidad (trayendo a colación el Convenio sobre Biodiversidad biológica de Naciones Unidas). Dos puntos importantes sobre los que trabajar la dimensión histórica de la actual crisis ecológica.
- Los problemas ecológicos, que no pueden ser minusvalorados, suponen una injusticia tanto para las generaciones venideras (injusticia intergeneracional) como para las personas más pobres y vulnerables del planeta (injusticia intrageneracional). He aquí una dosis de responsabilidad para trabajar en torno a la crisis ecológica.
- Pero ¿pasan nuestros jóvenes de la dolorosa conciencia a la dolorosa consciencia del problema? Es decir, conocen los datos y la información de la crisis ecológica, pero ¿la tienen internalizada? ¿Va realmente con ellos? Habrá de todo, pero sería bueno analizar esto con ellos, como herederos que son de la sociedad que ha creado, en su mayor parte, los problemas que hoy han alcanzado un nivel crítico, y que, sin embargo, no parece quererlos enfrentar de manera seria y definida.
- ¿Cómo podrían traducir los jóvenes esa consciencia en las situaciones concretas de su vida, sin por ello dejar de disfrutarla con la intensidad con que lo hacen en este momento? Ya hay iniciativas en marcha, como la huelga estudiantil por el clima, pero en el documento se proponen varios más, como el desarrollo de una espiritualidad ecológica (que habría que definir), la adopción de estilos de vida sostenibles, el desarrollo de propuestas de cambio para los ambientes en que se mueven, la insistencia para que la Iglesia como tal promueva la sostenibilidad ecológica y la colaboración con las iniciativas sociales relacionadas con la ecología y la sostenibilidad. Con ese fin se promovió, durante la JMJ, la puesta en marcha del movimiento juvenil católico Generación Laudato si, que dispone de página web propia.
- Finalmente, se desarrollan toda una serie de peticiones, primero a la institución eclesial, para que promueva el desarrollo de la dimensión ecológica de la fe, adopte comportamientos sostenibles, retire sus inversiones de ámbitos relacionados con los combustibles fósiles y promoviendo proyectos específicos de protección del medio ambiente. ¿Qué tipo de iniciativas concretas pueden proponer los jóvenes a las instituciones eclesiales con las que se relacionan directamente?
- Pero también al conjunto de la sociedad y a sus dirigentes, para que se produzca una transición eficiente hacia las energías renovables, se desarrolle el Pacto Global sobre migraciones, se cumpla el compromiso de protección de al menos el 30% de los ecosistemas del planeta (de acuerdo al Convenio de Naciones Unidas sobre Biodiversidad), se posibilite un acceso universal al agua potable y se adopte un patrón de economía circular sostenible para el conjunto del planeta. ¿Cómo hacer operativas todas estas peticiones?
Parece, por tanto, un documento con posibilidades y orientaciones claras, que permite el desarrollo del compromiso joven con la ecología dentro de nuestros procesos de evangelización y profundización en la fe.
Ahí queda la propuesta. Al menos, que no pase desapercibido y no quede en letra muerta. Los jóvenes también son Iglesia, son uno de sus motores más importantes, que sólo podremos aprovechar si somos capaces de permitir y desarrollar su motivación en estos temas y de admitir sus aportaciones. Si no, no sólo perderemos un importante activo, sino que perpetuaremos la desorientación por utilizar un lenguaje inclusivo que luego no llevamos a la práctica.
Miguel Ángel (Las Rosas)