«Que suceda como habéis creído» (ecoADV2018-12.7)

Debe ser que tenemos poca fe. Los ciegos creyeron que Jesús podía devolverles la vista, y así ocurrió, como nos cuenta hoy el evangelio de Mateo. Sin embargo, debe ser que no acabamos de creernos que el desierto puede convertirse en un vergel, ni que puedan acabarse los tiranos y los que sólo buscan hacer el mal, como nos anuncia Isaías. Porque no acabamos de conseguirlo. Y sin estar convencidos no seremos capaces de ello.

Así que sólo parece quedarnos una vía. O nos creemos que podemos cambiar en vergeles los desiertos, y detener el proceso de cambio climático, y construir verdaderas democracias donde el diálogo y el encuentro sean la norma, y no la imposición y el regateo mediático, o no acabarán de hacerse reales nuestros deseos. Eso sí, hará falta estar convencidos, muy convencidos… es decir, tener fe clara y cierta de que eso es posible, y dedicar a ello nuestra vida… para que podamos alumbrar, al menos un poco, esa realidad, y «para que vean sus hijos mis acciones en medio de ellos» y santifiquen el nombre del Señor, y los insensatos encuentren la inteligencia.

La llamada es clara, la propuesta fuerte. Se trata de un desafío que el papa describe como grande, urgente y hermoso (LS 15). «Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos» (LS 13). ¿Seremos capaces de llevar ese cambio adelante, y convertirnos nosotros mismos en camino de esperanza, humilde reflejo del Camino que es Jesús?

Miguel Ángel

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