9. Al mismo tiempo, Bartolomé llamó la atención sobre las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones no sólo en la técnica sino en un cambio del ser humano, porque de otro modo afrontaríamos sólo los síntomas. Nos propuso pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, en una ascesis que «significa aprender a dar, y no simplemente renunciar. Es un modo de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que necesita el mundo de Dios. Es liberación del miedo, de la avidez, de la dependencia». Los cristianos, además, estamos llamados a « aceptar el mundo como sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y con el prójimo en una escala global. Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo humano se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta ».
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En palabras del Patriarca Ecuménico Bartolomé I, y continuando con lo que se exponía en el párrafo anterior, se enuncia aquí una de las claves de la encíclica: que, habiendo una responsabilidad personal, humana, en el fondo de la crisis ecológica que vivimos, ésta tiene raíces éticas y espirituales, es decir, profundas en el ser humano. Sería un error interpretar que se trata tan sólo de un problema coyuntural, de manejo inadecuado de la tecnología o de gestión errónea del ideal de crecimiento, porque esto llevaría a buscar soluciones de la misma índole y en el ámbito de la tecnología, en el que tan poderoso se siente el ser humano, y sobre el que basa su espíritu de dominación. La paradoja de Jevons, o efecto rebote, muestra claramente que una solución que se mueva en el ámbito de la tecnología, sin promover otro tipo de cambios, puede llevar por el contrario a un incremento del consumo y de las repercusiones sobre el medio ambiente.
¿Cuál es, entonces, el ámbito humano responsable de la crisis? Pues, como queda dicho, el ámbito ético y espiritual, de los planteamientos profundos de la vida, de los hábitos arraigados en la existencia. Una serie de hábitos que acentúan la posesión, la explotación y el abuso de la naturaleza y de los otros seres humanos, y que hay que transformar desde el interior hacia hábitos de respeto, admiración y apertura, acogiendo agradecidos y compartiendo con los demás seres vivos los dones que Dios, que la vida, nos da en la naturaleza, en la hermana nuestra madre Tierra en palabras de san Francisco de Asís.
La vida es un don. ¿Recuerdas?