75. No podemos sostener una espiritualidad que olvide al Dios todopoderoso y creador. De ese modo, terminaríamos adorando otros poderes del mundo, o nos colocaríamos en el lugar del Señor, hasta pretender pisotear la realidad creada por él sin conocer límites. La mejor manera de poner en su lugar al ser humano, y de acabar con su pretensión de ser un dominador absoluto de la Tierra, es volver a proponer la figura de un Padre creador y único dueño del mundo, porque de otro modo el ser humano tenderá siempre a querer imponer a la realidad sus propias leyes e intereses.
| Imagen enlazada de https://i.ytimg.com/vi/kQYaJrnLU3s/maxresdefault.jpg |
La espiritualidad cristiana no es una espiritualidad del vacío, de la disolución, de la nada. Es una espiritualidad fundada, fundamentada, con raíces. Raíces que se nos escapan, pero raíces al fin y al cabo: la experiencia de un Dios creador y salvador, que le da consistencia al mundo (creación) y también le da sentido (salvación).
Un Dios que nos sirve de punto de partida y que es también Camino y meta, punto de llegada. El silencio, la adoración y la escucha son, pues, la mejor manera de definir nuestra existencia y orientar nuestro rumbo.
Nuestro mundo es suyo, nuestra vida es suya. Sólo en Él encuentran consistencia.
Miguel Ángel