Menos palabras, menos cosas, menos residuos…

“Haz un serio compromiso para respetar y proteger la creación, para estar atento por cada persona y para contrarrestar la cultura del descarte.”

Continuamos, dentro del itinerario cuaresmal (pág. 11), haciéndonos conscientes de cómo nuestra vida repercute en la de los demás y en la del propio medio ambiente, específicamente a través de nuestros desechos. Generamos una cantidad inmensa de basura, y deberíamos hacernos responsables de su reducción.

Por el contrario, lo que Dios «arroja» sobre la Tierra tiene frutos positivos, como nos indican las lecturas de hoy:

Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar…
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo (Is 55)

Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles (Mt 6)

Quizás es que no sólo usamos muchas palabras para rezar, sino demasiadas cosas para vivir. Háztelo mirar, y anota aquéllas cosas de las que crees que podrías prescindir y cuyos residuos, materiales o morales, ya no seguirían perjudicando a tus hermanos.

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