Itinerario ignaciano para la conversión ecológica en seis etapas. 1. Gratitud.

La Conferencia Jesuita de Canadá y los Estados Unidos ha diseñado un examen ecológico para promover nuestra conversión ecológica y nuestra reconciliación con Dios, la Naturaleza y el resto de seres humanos. Se trata de un pequeño itinerario en seis etapas que merece la pena conocer, de breve e inspirador contenido, acompañado de un hermoso material gráfico. E invitan a incorporarse a la llamada del papa en esta dirección y a la respuesta de la familia ignaciana a todos los interesados en la conversión ecológica. Para facilitar su conocimiento, iremos ofreciendo la traducción de cada etapa en seis entregas sucesivas.

img_0952-01. Gratitud

Le doy gracias a Dios por la creación y por lo maravillosamente que ha sido realizada

La espiritualidad ignaciana nos invita a reconocer que todo lo que somos, la persona que somos en este momento y la que llegaremos a ser, las posesiones que tenemos y la Tierra que habitamos, todo ello es un regalo, un don, de un Creador amoroso.

Comienzo mi examen centrándome en el seno de Dios, que es el Dios de un amor incondicional y de una creatividad infinita. Imagino cómo este Dios amoroso creó la belleza del Universo.

«El universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo. Entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre. El ideal no es sólo pasar de lo exterior a lo interior para descubrir la acción de Dios en el alma, sino también llegar a encontrarlo en todas las cosas» (LS 233). Veo que Dios es parte de cada faceta de la creación, presente en el mundo desde el organismo más pequeño hasta la más elevada cordillera.

Doy gracias a mi Dios, que creó la Tierra y todas las criaturas sobre ella: los peces del mar, los pájaros que surcan el cielo, el agua que nos da vida y la completa humanidad.

Doy gracias a Dios, que me moldeó en el vientre de mi madre y que me conforma en la persona que soy en este momento. Le agradezco a Dios mi vida y todo lo que Dios me ha dado para sostenerla. Reconozco que todo lo que soy y que toda la creación que me rodea es un regalo de Dios (Ejercicios Espirituales de san Ignacio, Contemplación para alcanzar el amor de Dios, 234-236).

¿Dónde he sentido hoy la presencia de Dios en la creación?

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