Continuamos con el mensaje de Juan Pablo II en la Jornada Mundial de la Paz de 1990. La vida, el cosmos, es una realidad dinámica cuyos frutos debemos compartir todos.
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Los distintos saberes humanos están de acuerdo en algo: en que el universo es un cosmos, es decir, una realidad dotada de orden. Habrá, por tanto, que abrirse a ese orden mediante el conocimiento y el análisis, pero también será necesaria una actitud de contemplación humilde y de asunción de su grandeza y de nuestra pequeñez de forma simultánea. Conocer y contemplar nos llevarán, paso a paso, a encontrar nuestro verdadero lugar en una realidad que con tanta grandeza nos supera.
Y no hemos de olvidar que una de las reglas de ese universo es la interdependencia, la relación. «Todo está conectado», dirá el papa Francisco en la Laudato si. No podemos entendernos si no es en relación con otros. Y, en particular, con el resto de los seres humanos, con los cuales compartimos esta herencia común que es el universo, que es la vida. Por eso, la desigualdad consentida y, sobre todo, deseada, es un atentado contra el orden de la creación.
Conozcamos y contemplemos la vida, el universo, para poder asumir sus reglas de funcionamiento, que pasan por el compartir con nuestros hermanos y con el resto de seres vivos los recursos que esa vida pone en nuestras manos.
Miguel Ángel