Sí, así es. Vamos avanzando, y hemos visto que sería útil contar con una imagen que expresara nuestra razón de ser y, a la vez, nuestra identidad y propósito. El grupo se va viendo implicado en acciones diversas, y el formato visual dice tantas veces mucho más que las palabras que nos lanzamos a ello. Y tras reflexionarlo un poco, darle unas vueltas, coger papel y lápiz y añadir color uno tras otro, llegamos a esto:
El símbolo del árbol siempre ha traído muchos significados, relacionados con la vida. En un principio, un árbol que tenía el tronco principal seco (árbol de la cruz, árbol dañado y derrotado) pero con brotes laterales que le abrían a la esperanza, la alabanza y la adoración: árbol entonces resucitado. Árbol también enraizado, bien enraizado en la Tierra, y árbol relacional y trinitario, como nos sugieren las últimas reflexiones de la Laudato si.
Pues ahí está lo que queremos ser: limitados, pero abiertos al Padre; crucificados con Cristo, pero brotando en esperanza resucitada; enraizados en la Tierra, pero atravesados de vida trinitaria. Y todo ello en perspectiva ecológica, en proceso continuo de conversión y en actitud agradecida al Padre y a tantos que nos han ayudado a abrir nuestro corazón a la vida en todas sus dimensiones.