57. Es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones. La guerra siempre produce daños graves al medio ambiente y a la riqueza cultural de las poblaciones, y los riesgos se agigantan cuando se piensa en las armas nucleares y en las armas biológicas. Porque, «a pesar de que determinados acuerdos internacionales prohíban la guerra química, bacteriológica y biológica, de hecho en los laboratorios se sigue investigando para el desarrollo de nuevas armas ofensivas, capaces de alterar los equilibrios naturales». Se requiere de la política una mayor atención para prevenir y resolver las causas que puedan originar nuevos conflictos. Pero el poder conectado con las finanzas es el que más se resiste a este esfuerzo, y los diseños políticos no suelen tener amplitud de miras. ¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?
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Aterrizamos ahora en la crisis de la política: «¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?«… Cuando era necesario evitar la confrontación y caminar hacia el encuentro y el diálogo, cuando hacía falta orientar el corazón de las finanzas hacia el bien común…
La amenaza no es pequeña: la guerra, la confrontación, la muerte… Una guerra que ya de por sí es dañina (por la pérdida de vidas humanas ante todo, pero también por la pérdida de posibilidades sociales y culturales y por la pérdida medioambiental que también produce), pero que puede multiplicar el daño mediante armas inhumanas (¿hay alguna que no lo sea?): nucleares, químicas, bacteriológicas…
Hace falta (también en el hoy y ahora de nuestro país) una política que busque el encuentro y el diálogo, el reconocimiento de un proyecto común y el desarrollo de herramientas para fortalecerlo… aunque los poderes financieros no apuesten decididamente por ello. Ese tipo de política es el que realmente podrá ser reconocido por el futuro, por las generaciones venideras, que además no tendrían más remedio que reconocer el esfuerzo realizado por sus predecesores para dejarles un mundo habitable en todas sus dimensiones. ¿Seremos capaces de hacerlo?
Miguel Ángel