Comenzamos una nueva sección que pretende acercarnos a la riqueza de la Tradición eclesial en torno a la responsabilidad eco-social del cristiano. Y lo haremos acercando a estas páginas los textos de los padres y de los grandes teólogos y maestros de la Iglesia, de forma que puedan orientarnos en el re-descubrimiento de la dimensión eco-social de la fe, dimensión que, aunque olvidada, ha estado siempre presente en la experiencia creyente. Se conjugarán dos dimensiones fundamentales, pues, la del conocimiento y la de la experiencia espiritual, pues muchos de estos textos nos abrirán de nuevo los ojos, o nos renovarán la mirada, ante una realidad que hoy se presenta como conflictiva y problemática: la situación de nuestra casa común y la de quienes vivimos en ella. Es precisamente la temática que ha querido afrontar el papa Francisco en su encíclica Laudato si, y que con esta aportación pretendemos reforzar y revitalizar en nuestro entorno.
Lo haremos, en principio, tomando como «hoja de ruta» la reflexión previa de una teóloga norteamericana, Jame Schaefer, recogida en su libro «Fundamentos teológicos para una ética medioambiental. Una reconstrucción de conceptos patrísticos y medievales», publicado en 2009. Desgraciadamente, sólo disponemos de su versión original en inglés, por lo que su acceso estará limitado a quienes puedan leer esta lengua. Pero aquí iremos dejando algunos de los textos originales de la Tradición eclesial sobre los que Jame Schaefer basa su exposición. Y siempre permaneceremos abiertos a utilizar cualquier otra fuente que pueda orientarnos en esta tarea.
Dado que esta sección va a ser una sección basada en citas, no hay mejor manera de preparar para la misma comenzando, también, con una cita, en este caso un fragmento de la introducción del libro en el que la autora presenta el núcleo de la experiencia ecológica cristiana (la negrita es nuestra):
«El punto de partida es siempre la fe religiosa en Dios como creador, iniciador y sustentador continuo del proceso cosmológico-biológico que llama a la totalidad, con los distintos componentes que en ella interactúan, a su máximo desarrollo, y cuya llamada a los seres humanos incorpora la obligación moral de elegir formas de relacionarse con el resto de los seres que sean compatibles con la llamada inclusiva de Dios«
Pues aquí iniciamos este camino, creyente y moral a la vez, agradecido y comprometido con el mundo y con las personas que nos rodean.
Miguel Ángel
¡Estupenda iniciativa, Miguel Ángel!