«En Dios vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 28).
Ver las lecturas de hoy, 9 de diciembre.
Florecerá (Is 35). La tierra está preparada, sólo falta el agua, el agua que el Señor hará brotar en medio del desierto. En él está nuestra esperanza, porque resolverá todo mal.
Fidelidad (Sal 84). Es la respuesta de quienes se sienten acogidos en la misericordia del Señor, que escuchan su palabra y se abren a su salvación.
Perdonar (Lc 5). La fe, la confianza en el perdón que Dios nos ofrece nos permite levantarnos de nuestras camillas de inválidos, de nuestras impotencias y frustraciones.
El amor de Dios, en su misericordia, acoge la tierra reseca, agostada e improductiva, y la riega con su agua, haciéndola florecer lenta y pacientemente. Dejarse esponjar, y vivir en fidelidad a ese agua que nos saca de nuestra sequedad, es la respuesta que eso precisa de nuestra parte: porque lo que de ahí surja será pura gracia. Como lo es el resurgir del bosque en la primavera.
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